Restricción mental

Restricción mental (en latín: mentalis restrictio) es una forma de expresar una falsedad evitando mentiras en sentido estricto. Esta doctrina es una rama de la casuística que se ha desarrollado desde la Edad Media y el Renacimiento.

La restricción mental corresponde a una declaración de intención cuyo significado o consecuencias el autor no acepta plenamente. Esta restricción es secreta cuando se oculta al destinatario de la declaración, sean o no conscientes de ella los otros .

En la historia moderna, el primer ejemplo conocido es el de Francisco de Asís. Sin embargo, la creencia popular asocia fácilmente esta noción de verdad a medias con los jesuitas.

Uso general

La restricción mental se discute en teología moral y en ética como una forma de conciliar la obligación de decir la verdad con la de no revelarla, por ejemplo por secreto profesional, confesión, cláusulas de confidencialidad o situaciones de persecución religiosa, o incluso cuando esté en juego la vida humana[1]​.

Sugiere una falsedad sin formularla expresamente. El hablante modifica mentalmente el significado de las palabras que pronuncia, de modo que estas palabras, gracias a este nuevo significado, constituyen una afirmación que corresponde a la realidad.

El canonista Martín d'Azpilcueta contaba a menudo una anécdota para ilustrar su teoría del discurso mixto (oratoria mixta) que combinaba el habla y la comunicación gestual: Francisco de Asís, que acababa de ver a un ladrón, habría declarado a quienes lo perseguían: "Por aquí no vino", al mismo tiempo que deslizaba el dedo por la manga[2]​.

Martín d'Azpilcueta sostenía que la restricción mental consistía en verdades "expresadas en parte en la palabra y en parte en la mente" y se basaba en la idea de que Dios escucha lo que hay en la mente de cada persona mientras que los seres humanos sólo escuchan lo que se pronuncia[1]​. Por tanto, el deber moral del cristiano era hablar la verdad a Dios. Ocultar parte de esta verdad a los oídos de los oyentes humanos era moral si se hacía para servir a un bien mayor. Quien usara esta doctrina podría responder en voz alta: “No sé” a un interlocutor humano y silenciosamente añadir “te lo digo” a Dios; con esto siempre decía la verdad (“stricte mentalis”).

Otros autores católicos se han pronunciado a favor de la ambigüedad y la restricción mental, aunque estas concepciones han seguido siendo controvertidas dentro de la Iglesia católica, que nunca las ha adoptado oficialmente.

Referencias

  1. a b “Reserva Mental”, Enciclopedia Católica.
  2. Azpilcueta, Martín , (Navarrus), Commentarius in cap. Humanae Aures, XXII. q. V. De veritate responsi; partim verbo espresso, partim mente concepti. & de arte bona & mala simulandi, Roma, 1584. Citado por J.-P. Cavaillé, Truco sin mentir, de la casuística a las ciencias sociales: el recurso a la equivocidad, entre eficiencia pragmática y preocupación ética, publicado en Serge Latouche, P.-J Laurent, O. Servais & M. Singleton, Les Raisons de la ruse. Una perspectiva antropológica y psicoanalítica, Actas de la conferencia internacional “La raison rusee”, Louvain-la-Neuve, marzo de 2001, París, La Découverte, 2004, 93-118.

Véase también